De vuelta a Narragonia

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“La nave de los necios”, en el original alemán “Das Narrenschiff”, es una obra satírica y moralista publicada en Basilea en 1494 y escrita por el teólogo, jurista y humanista conservador, de origen alsaciano y cultura alemana, Sebastian Najar o Brant. Es una sucesión de 112 cuadros críticos (el número puede variar dependiendo de las ediciones) acompañados cada uno de un grabado, en los que Brant critica los vicios de su época a partir de la denuncia de distintos tipos de necedad o estupidez. La imagen de un grupo de necios viajando en barco hacia la tierra de los tontos (o Narragonia, en el original alemán), así como otros elementos del libro de Sebastian Brant, entronca con varias tradiciones de la literatura clásica y medieval, y como se verá, sobrevive hasta nuestros días. Se le relaciona con “Jasón y los argonautas” y con la literatura didáctica medieval (como el Schildbürgerbuch, o Libro de los papanatas, cuyos personajes son necios y cuya intención es moralizante). “La nave de los necios” carece de estructura, siendo una simple sucesión de cuadros aislados: (De los cocineros y de los bodegueros, De la intención declarada, Del necio grosero, etc…). Aunque algunos no se lo crean, la verdad es que me encantaría escribir que el momento que nos ha tocado vivir está lleno de esperanza, de ilusión, con un gran presente y mejor futuro, y que, además, es la octava maravilla del mundo mundial. También me encantaría escribir enormes “loas” a todos los políticos en cuyas manos estamos. Pero leyendo y releyendo todo lo que acontece a nivel general, y en Andorra en particular, me es imposible hacerlo. (Con lo fácil que sería mirar para otro lado, seguir la corriente, y ser “políticamente correcto”. La cantidad de cosas que me habría evitado… Pero sería traicionarme a mí mismo, y no lo pienso hacer). Cuando lees que en EE.UU. acaban de pactar, en el último minuto, ampliar su “techo de deuda”, para intentar evitar su más que evidente “bancarrota”, es que algo no se está haciendo nada bien. (Seguir “imprimiendo dinero”, contra nada, es la estupidez más grande que siguen cometiendo. Basta con echar un simple vistazo a la desoladora realidad que impera en todo su país, o, por ejemplo, al SP500, para darse cuenta de lo muchísimo que se puede llegar a distorsionar la realidad. (Si no fuera por las compañías tecnológicas, y eso después de haber despedido a cientos de miles de trabajadores, y que ponderan un ¡¡24,7%!!, el SP500 estaría en mínimos históricos. A lo mejor ya ha llegado el momento de “rebautizarlo”, como SP20 o SP30 o SP50, y crear otro índice con el resto de compañías. Sería lo suyo). Cuando lees que en Alemania, el motor de Europa, en 2022, el 20,9% de su población está en riesgo de pobreza, es para echarse a temblar directamente. Cuando lees que en Suiza, el exparaíso terrenal de las entidades bancarias, su población guarda de media en casa unos 12.000$ en efectivo, es que los helvéticos tienen la mosca detrás de la oreja. Cuando lees que en Francia, un país inmensamente más rico que España, un tercio de su población vive a partir del día 10 de cada mes con menos de 100€, es que algo muy grave está pasando en dicho país. Cuando lees que en España hay cuatro regiones que tienen más del 10% de su población en pobreza severa, es para echarse las manos a la cabeza. Y mientras tanto, ¿qué hacen los excelsos políticos? ¿Puede ser que a la inmensa mayoría del pueblo soberano le guste vivir de espaldas a la realidad? ¿El pueblo sólo alza su voz cuando les llega algo malo a ellos? ¿En qué momento de nuestra historia reciente se perdió la empatía, la humanidad, la solidaridad? ¿En qué nos hemos convertido como especie? Cuando lees que en según qué países, que se supone son grandes democracias, “cuatro mamarrachos totalmente inútiles” son capaces de “fastidiarle” la vida a cualquiera que les apetezca, traspasando todas las líneas “rojas” habidas y por haber, y también las “negras”, tanto les da, con tal de lograr sus espurios objetivos, y sabiendo, además, que no les va a pasar nada de nada, es para estar más que preocupado. Personas que han batido Récords Guinness de meses en prisión preventiva, por culpa de “cuatro mamarrachos totalmente inútiles”, siendo del todo inocentes. Habría que preguntarse también sobre otras muchas cuestiones: ¿en qué cabeza cabe que una “víctima” se “salve” de declarar para dar su “versión de los hechos”? ¿Cómo puede llegar a haber “mentes tan enfermas” que proclaman mentiras, sabiendo que son eso, puras mentiras? ¿Cuándo se olvidaron de lo que es ser periodista? ¿Por qué esa cobardía, por hacer lo que hacen, y por qué esa falta de valentía para escribir la verdad? ¿Esos medios son, tal y como dicen ellos, “independientes”, o escriben al dictado de los que “dependen”? ¿Acaso una gran parte del periodismo actual se ha quedado reducido a “escribir al dictado” de sus “auténticos dueños” y/o a “transcribir” todos los comunicados de prensa que “todas las instituciones” les hacen llegar a sus redacciones? ¿Saben que todavía existe el “periodismo de investigación”? Pienso que hace años que volvimos a llegar a Narragonia. Nunca aprenderemos. Nos hemos vuelto a pasar de frenada… Intenten ser felices, mientras se lo permitan las autoridades incompetentes.